“Nunca me hubiera parado a pensar que mis compañeras se sentían así en las redes sociales”, dispara Rafael Ignacio Ojeda, estudiante de 20 años de Relaciones Internacionales en el Wheaton College en Massachusetts. La confesión llega después de escuchar hablar a sus compañeras sobre su relación con Instagram. “A mí el algoritmo me atormenta con chicos musculosos y me anima a ser valiente y a invertir en criptomonedas, pero no a sentirme mal por no tener los cuadraditos de tal o cual fulano”, añade.
Perfección tóxica en Instagram, naturalidad calculada en TikTok: la trampa estética que asfixia a las chicas
